¿Quo vadis Mercadona?

Abaratar costes y trasladar la rebaja al cliente final es el objetivo de la nueva estrategia de Mercadona. Para ello, la empresa ha eliminado de sus lineales más de 800 de las 9.000 referencias con las que trabaja. Muchas de ellas de primeras marcas, como Bimbo, Bonka, Nocilla o Don Simón. La polémica está servida.

El ajuste de la empresa alimentaria líder coincide en su inicio, octubre de 2008, con la salida de Manuel de Juan, el miembro más antiguo del equipo directivo, de la Dirección General Comercial y de la compañía.

Fuentes de la empresa comunicaban a DISTRIBUCIÓN ACTUALIDAD la nueva organización interna del Departamento de Compras “con el objetivo de aprovechar sinergias entre los diferentes procesos para satisfacer al máximo las necesidades de la demanda”. Las sucesivas reuniones de Juan Roig, el presidente, con distintos grupos de interproveedores, aquellos que fabrican los productos propios, anunciaban los cambios. “La crisis obliga, hay que apretarse el cinturón. Es decir, recuperar ventas a costa de beneficios, ofreciendo únicamente productos con demanda, trasladando el ahorro obtenido al cliente final”.

Desde entonces se han eliminado del surtido casi una de cada diez referencias. Los industriales, a los que en algunos casos el recorte ha afectado casi a la mitad de sus marcas, critican la forma en que se ha llevado a cabo el ajuste. Son muchos los que han trasladado su malestar a la FIAB, que señala dos opciones en caso de demanda, alegar que se depende económicamente de la cadena o demostrar que se ha resuelto la relación sin un preaviso con un plazo mínimo de seis meses, tal y como establece la letra de ley de Competencia Desleal.

En Mercadona aseguran que la medida es eventual. En vista de los primeros resultados (calculan que desde noviembre la empresa ha ahorrado 64 millones de euros a sus clientes), se amoldará a un nuevo modelo de relación entre la empresa y sus proveedores. Pero podría ser una estrategia en la que todos pierden. Pierde el proveedor, que ve reducida su presencia en las tiendas, más de mil, del primer retailer español. Pierden muchos de sus diez millones largos de clientes, fieles a la enseña por su oferta bien combinada de libre elección, productos de marca propia (un 35% de las ventas), con otros de marcas líderes. Y pierde, podría perder, la propia Mercadona si se empeña en caminar hacia el modelo alemán, bien posicionado en España por empresas como Día, Aldi o Lidl, alejándose de los principios que le han llevado al liderazgo actual, basados en la máxima ganar-ganar, “yo gano, tu ganas”. Sin hablar de las consecuencias que la medida pueda acarrear para el ya maltrecho empleo. La incógnita está en la mente de todos. ¿Quo vadis Mercadona?.

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