«Los 80 de los 80. La Vaguada fue nuestra». 40 años de la gran plaza del pueblo

Opinión, con visión retrospectiva, sobre el nacimiento de La Vaguada en su 40 aniversario.

(Por Alicia Davara)

Octubre 1983. Tras un largo proceso de años de oposición vecinal, Madrid2-La Vaguada, su nombre original, abría sus puertas con enorme expectación. Considerado el centro comercial más vanguardista y de mayor afluencia desde entonces, hoy, cuarenta años después, está de aniversario. Lo hace con el sobrenombre bien ganado de “el corazón de Madrid”. Me atrevo a añadir, como “la plaza del pueblo”.

Una función, la de “plaza del pueblo”, que está ahí desde el Ágora griega o el posterior Mercado de Trajano en Roma. Construida la primera en el siglo IV (a.C.) donde tenía lugar el intercambio de objetos, que llegaría a ser el centro de la vida social, política y comercial de la ciudad. El segundo, el mercado de Trajano, considerado el primer centro comercial del mundo, alzado entre los años 107 y 110.  Un mercado que llegó a tener 150 tiendas, o Tabernae, en tres de sus seis niveles, con oficinas y una biblioteca en los otros tres.  Sin hablar de los zocos árabes, que ahí siguen, como máxima expresión del comercio en su factor de cohesión social, la plaza de pueblo. Siglos nos contemplan.

He dejado escrito otras veces sobre el tema recordando como en la década de los noventa, muchos tuvimos oportunidad de escuchar a Miquel Roca, jurista y uno de los padres de la Constitución, repicar una y otra vez la misma frase. “Cuatro casas, son cuatro casas; cuatro casas con una iglesia, una botica, taberna y colmado, es un pueblo». Buen orador, Roca hablaba del comercio en su papel de ese factor de cohesión social, aunque su mensaje fuera dirigido en defensa de los botiguers, “amenazados por las grandes superficies que empiezan a dominar el espacio comercial”.

De todo ello tenía Madrid-2 La Vaguada, aquel centro comercial abierto en 1983. Empezando por un diseño rompedor en el que la luz natural, el agua y su discreta altura ofrecían un oasis refrescante,  frente al aspecto de torre urbana en que el constructor José Banús había convertido el madrileño barrio del Pilar en los años setenta de la pasada centuria.   Exceptuando el terreno sobre el que se alzara el centro, sobre un arroyo en el subsuelo conocido como “la vaguada”, que había vendido a la empresa francesa La Henin en 1973.

La Vaguada nacía como la gran plaza del pueblo.  Comercio pequeño y grande, ocio y esparcimiento. Y servicios.  Salvo la iglesia mencionada por Roca, en sus cerca de 70.000 m2 se instalaban desde un espacio de artesanos a un mercado de alimentación, en buena parte con comerciantes del barrio, pequeños bares, estancos, loterías, quiosco de prensa, oficina de correos o farmacia, hasta una emisora de radio. Junto a dos discotecas y sendas hamburgueserías y restaurantes, un hipermercado Alcampo y un gran almacén de la extinta Galerías Preciados.

Hoy muchas de las marcas que ocupaban los locales han desaparecido. Interesante observar una oferta comercial que da idea de la España de principios de los años ochenta. Desde la llegada del hipermercado en 1973, la transición política poco después, el aumento del poder adquisitivo y la incorporación de la mujer al mundo laboral, el comercio comenzaba una transformación en paralelo a una sociedad hasta entonces de masas, convertida en menos de una década en una sociedad de clase media y consumo.

Sin Ikeas, ni Mediamarkts,Leroys Merlin, Decathlon, Fnac o Primark, que aún tardarían en desembarcar en España, la oferta de aquella primera Vaguada la formaban nombres como Ivarte, en electrodomésticos, Juteco, en droguería, Perfumería Aljofar, Bisutería Santa Claus, Ferri-Óptico, Calzados Sorrento, confección de Caballeros Beylerian o Helados Bruin, entre otros muchos pequeños comercios,  junto a una discoteca Cristal, el Disco Bar Atlante, el restaurante Flunch o la hamburguesería Mc Donald’s en la parte de ocio y restauración. El hipermercado Alcampo y un gran almacén de Galerías Preciados, actuaban de locomotoras, ocupando más de 35.000 m2 de los 85.000m2 de SBA, 220.000 m2 totales con parkings del centro.

Descubriendo el Gran Teatro Retail

Arcadio Gil, a quien tuve oportunidad de entrevistar en su etapa como director de Madrid2-La Vaguada, me pide estas líneas. Agradecida por ello. Me pide también que me presente, qué decir. Llego hasta aquí después de una larga trayectoria en conexión con el sector retail, iniciada no mucho antes de aquel octubre de 1983 en el que asistí, como una sencilla y joven redactora de la revista especializada Distribución Actualidad (D/A Retail ),  a la inauguración de Madrid-2 La Vaguada.

Cuarenta años después aún queda el recuerdo de la inquietud ante la multitudinaria apertura – autoridades, promotores, directivos, periodistas, muchos vecinos del barrio, unos curioseando, otros buscando empleo- de un complejo comercial de tal magnitud y en Madrid.  En paralelo a la intriga ante el fin de un largo proyecto, a la par polémico y mediático, que durante mis años universitarios había seguido con atención.

Sobre el terreno, recuerdos del impacto de aquella obra, igual de emblemática ayer que hoy, descubriendo todo un mundo de nuevas sensaciones. La consecución del gran centro comercial, a modo de las enormes catedrales del comercio americanas, que Jean Louis Solal, pionero de los grandes malls en Francia, fundador de la Sociedad de Centros Comerciales (SCC) y creador en 1969 del centro Parly 2, en Paris, que multiplicaría en otros tantos como Rosny 2, Vélizy 2 o Évry 2, había traído a España en la década de los setenta como modelo de la futura Vaguada. Con la valentía y el poder financiero para llevar a su fin, casi diez años después, un proyecto tan largo, como discutido y polémico.

Descubriendo, en paralelo, como un hábil y “tierno” alcalde sería capaz de pasar con grandes dosis del mejor marketing político, de agitador principal del movimiento vecinal con aquel eslogan, “La Vaguada es nuestra”, que paralizó el centro durante años, a un inteligente, e interesado, “La Vaguada es vuestra”, pronunciado en su discurso inaugural, corte de cinta incluida ya como edil de la ciudad.

Descubriendo también, a José Ángel Rodrigo, el arquitecto en la sombra, eclipsado mediáticamente por el artista canario Cesar Manrique, autor de parte de las creatividades del centro, entre otras, las famosas velas, y protagonista de la publicidad, propaganda y las fotos en los periódicos. Descubriendo a Francis Lepoutre, joven director de la cadena de hipermercados Alcampo, del grupo francés Auchan, que ponía en marcha en La Vaguada su quinta tienda en España y una de las de mayor historia del complejo. O al también muy joven Ingeniero de Caminos ya citado Arcadio Gil, los hermanos Heras, José Luis en la parte comercial y Nacho en la gerencia,  a  Gerard Taieb, de  Larry Smith Consulting y su detallado estudio sobre la viabilidad del centro en su concepto merchandising que conservo. Y a Adrián Piera, entonces presidente de la Cámara de Comercio de Madrid, conocido para el gran público como el propietario de Maderas Piera, quien fuera tiempos después impulsor de la actual Ifema. Y a tantos otros que a partir de ahí forman parte de mi largo aprendizaje, desde algo que ya en mi interior empezaba a despertar. El gran teatro retail, o el arte de conectar personas.

Visión urbana

Revisando hemeroteca, encuentro variadas discusiones sobre la oportunidad de los centros comerciales como revitalizadores de la gran ciudad.  Frente al modelo ampliamente replicado en las afueras, como acompañamiento a los ciudadanos en su éxodo al extrarradio, el tema comenzaba a debatirse en los sucesivos Congresos organizados por la reciente Asociación de Centros Comerciales (AECC) en la siguiente década, los noventa del pasado siglo, con un activo abogado, Javier Acebo, buen conocedor de los centros, como secretario.   Visión urbana que supo entender la SCC en La Vaguada mucho antes. Al igual que hiciera Alcampo en hipermercados, diferenciándose de sus competidores, con tiendas desde el principio en el centro de las ciudades.

Con estos y muchos otros aprendizajes llego hasta aquí, a celebrar este 40 cumpleaños de La Vaguada.  Lo hago con igual pasión de entonces por las artes, la innovación, la cultura, las vanguardias.  Y pasión, desde entonces, por el gran teatro retail, que me cautivara a partir de aquella fecha por su puesta en escena. Con un enorme escenario en el que arquitectura, guion, actores y decorados, con ropajes y vestimentas varias, se funden con el público con la misma emoción que hicieran del teatro virtud los primeros espectáculos en las antiguas plazas griegas.

Un aniversario, un libro, unos pioneros

Con motivo de este 40 Aniversario del centro comercial, algunos de los directivos que participaron en el proyecto, se reunieron en el centro comercial y presentaron en un libro, «Los 80 de los 80. La Vaguada fue nuestra», la visión de muchos de ellos de aquellos largos  años de incertidumbre, esfuerzo y trabajo y conclusión final de un proyecto convertido hoy, cuatro décadas después. en el centro comercial por excelencia.

Contar historias es mi oficio, disfrutar de la teatralización del comercio, mi beneficio. Hoy y aquí, con envidia y reconocimiento a los distintos constructores en estas cuatro décadas de la puesta en escena de La Vaguada.  Cuarenta años desde el nacimiento de aquella “La Vaguada es nuestra”, muchos son los que han conseguido que este espacio urbano, en barrio, sea considerado con sus 85.000 m2, 200 tiendas y 25 millones de visitantes al año, como el centro comercial número uno de España.

Felicidades a todos ellos. ¡Felicidades Vaguada! Por los próximos 40, sea como “El corazón de Madrid” o como la gran “plaza del pueblo”. Sin perder la esencia.

(Texto de  Alicia Davara en el libro, «Los 80 de los 80. La Vaguada fue nuestra»)