Javier Millán-Astray, de ANGED. El reto prioritario de la productividad en retail

Tribuna de Opinión del vicepresidente de ANGED, para D/A Retail

(Por Javier Millán Astray)

El Comercio es un órgano vital de nuestro país. Por cada euro que aumenta la demanda en nuestras empresas, la producción final de la economía crece 2,5 euros, gracias a la actividad directa, indirecta e inducida generada en otros sectores.

Para visualizarlo mejor, algunas de nuestras empresas asociadas cuentan con más de 10.000 proveedores nacionales, dedicados a actividades tan dispares como la industria, la logística, la ingeniería, la consultoría a los servicios profesionales, financieros, seguridad, limpieza o marketing, entre muchos otros. Es decir, la distribución comercial es parte de una cadena de valor muy amplia y competitiva formada por empresas de todo tipo y con una fuerte implantación en todo el territorio.

La distribución comercial es además un sector que, como muchos otros, ha tenido que afrontar un profundo proceso de modernización. Si tomamos como puntos de referencia el tiempo entre las dos últimas grandes crisis, la financiera de 2008 y el shock de la pandemia hasta 2022, solo las empresas de ANGED han invertido más de 19.000 millones de euros en España fundamentalmente para adaptarse a un mercado en profunda transformación. La digitalización, la nueva competencia global que plantean los gigantes digitales, los cambios demográficos y sociales y la transición sostenible han alumbrado un nuevo consumidor y, en consecuencia, un nuevo comercio.

En este sentido, tras la pandemia se ha consolidado el ecommerce, que factura ahora un 80% más que antes del covid y supera ampliamente el 20% de cuota de mercado en algunas categorías como la moda o la electrónica. De forma paralela, se han desmontado los terribles pronósticos de algunos gurús sobre el comercio físico: las tiendas han reforzado su papel dentro de un ecosistema comercial en el que el entorno digital y físico se fusionan y en el que el cliente decide en cada momento su propia experiencia. Estamos viviendo un redimensionamiento de la oferta, una modernización de los espacios y una mejora de los servicios muy relevantes. Un dinamismo, en definitiva, muy positivo para los profesionales de nuestro sector.

Pero todo este proceso no ha hecho más que empezar. Según datos de Eurocommerce y la consultora McKinsey, el comercio mayorista y minorista en Europa necesita realizar una inversión de 600.000 millones de euros adicionales de aquí a 2030 para hacer frente a tres grandes desafíos como son la digitalización de las compañías, la descarbonización de nuestro modelo de negocio y la adaptación profesional de las personas que trabajan en el sector al nuevo entorno.

Las empresas de nuestro sector han demostrado sobrada capacidad para hacer frente a todos estos desafíos y ofrecer soluciones ante situaciones críticas, como vimos con la pandemia.

Sin embargo, también han sufrido más recientemente ataques injustificados por una crisis de costes que, en el fondo, reflejan problemas más estructurales que afectan a casi todos los sectores de nuestra economía.

Especialmente preocupante es la pérdida progresiva de productividad que daña el crecimiento de las empresas, el empleo y la inversión. Es un problema de gran calado que debería volver al centro de la política económica, con una agenda de reformas estructurales en cuestiones fundamentales como la calidad de nuestro marco regulatorio; la flexibilidad del mercado laboral; la mejora del sistema educativo; una fiscalidad favorable a la inversión y crecimiento de las empresas y un apoyo decidido a la innovación.