Papillas regenerativas: de Castilla y León al futuro global de Nestlé
Con 26 agricultores, 5.000 hectáreas y una reducción del 40% en emisiones, Nestlé convierte sus papillas en el primer producto regenerativo en España.
En los campos de Castilla y León y Navarra, un grupo de agricultores está redefiniendo el futuro de la alimentación infantil. Bajo la premisa de la agricultura regenerativa, cultivan trigo, avena y cebada siguiendo prácticas que cuidan la salud del suelo, fomentan la biodiversidad y reducen las emisiones de carbono.
Ese cereal llega después a la fábrica de La Penilla de Cayón (Cantabria), donde Nestlé elabora sus papillas infantiles. A partir de la cosecha de 2025, todas estarán hechas con cereales regenerativos, un hito pionero en España que conecta lo local con la estrategia global de la compañía.
Un cambio que empieza en la semilla
En el corazón del proyecto está la forma de cultivar. Desde 2022, Nestlé y la Fundación Global Nature promueven una serie de medidas en las explotaciones agrarias con las que colabora, que buscan devolver vida a los suelos, reducir la huella de carbono y favorecer la biodiversidad. El impacto ya es tangible: en apenas tres campañas, las explotaciones han logrado disminuir en un 40% de media las toneladas de CO₂e emitidas a la atmósfera.
El cambio empieza con la siembra directa, una práctica que evita el arado y permite sembrar la semilla directamente en la tierra. Esto no solo ahorra labores mecánicas, sino que incrementa la materia orgánica del suelo, mejora su capacidad de retener agua y nutrientes, y hace a los cultivos más resilientes frente a fenómenos extremos como sequías o lluvias intensas.
Otra herramienta clave es la agricultura de precisión. Con tecnologías de teledetección y sensores, los agricultores pueden conocer con exactitud las necesidades de cada parcela: qué zonas requieren más nitrógeno, dónde reducir fertilización o cómo aplicar el riego con mayor eficiencia. De este modo, se optimizan los insumos, se reducen los fertilizantes químicos y se minimizan los impactos sobre el entorno.
A estas prácticas se suman las rotaciones de cultivos, donde los cereales se alternan con leguminosas. Estas últimas tienen la capacidad natural de fijar nitrógeno en el suelo, enriqueciendo la tierra y beneficiando al cereal de la siguiente cosecha.
También se utilizan bioestimulantes, productos que mejoran la absorción de nutrientes y estimulan el desarrollo de la planta, disminuyendo la necesidad de fertilizantes sintéticos. Y gracias a estaciones meteorológicas de alerta temprana, los agricultores pueden anticiparse a enfermedades, aplicando tratamientos solo cuando son necesarios. El proyecto no se limita al rendimiento agronómico: los técnicos de la Fundación Global Nature evalúan de forma continua la biodiversidad asociada a estas prácticas.
La proximidad es parte de la ecuación: los campos se encuentran a menos de 50 kilómetros del molino que muele el grano, lo que reduce emisiones de transporte y refuerza la economía rural. Para Nestlé, se trata de demostrar que la sostenibilidad no es un concepto abstracto, sino una práctica verificable en cada eslabón de la cadena de valor.
De Castilla y León al mundo: ‘Generation Regeneration’
El programa español de papillas regenerativas se enmarca en la iniciativa global de Nestlé Generation Regeneration, que busca expandir la agricultura regenerativa en más de 50 países. La visión es clara: recuperar la salud de los ecosistemas agrícolas y garantizar sistemas alimentarios más resilientes frente al cambio climático. A su vez, la compañía sigue avanzando en su compromiso de avanzar hacia una alimentación sostenible.
A nivel internacional, la empresa trabaja con miles de agricultores y ganaderos para implementar técnicas similares: rotaciones diversificadas, cobertura vegetal, integración de ganado, conservación del agua y reducción de fertilizantes químicos. Según Nestlé, la agricultura regenerativa es clave para alcanzar la neutralidad climática en 2050. No se trata solo de reducir la huella ambiental, sino de generar un impacto positivo: mejorar la fertilidad del suelo, aumentar su capacidad de almacenar carbono, proteger la biodiversidad y asegurar la productividad agrícola a largo plazo.
Confianza en la mesa
La elección de las papillas infantiles como primer producto regenerativo en España no es casual. Representan un alimento esencial en las primeras etapas de la vida, cuando nutrición y cuidado van de la mano. Para las familias, significa contar con un producto no solo nutritivo y seguro, sino alineado con valores de transparencia y responsabilidad.
“La implementación de prácticas de agricultura regenerativa en la producción de cereales para nuestras papillas infantiles es un paso fundamental hacia un futuro más responsable”, ha señalado Juan Borrell, director de nutrición infantil de Nestlé España.
Un futuro que ya germina
Nestlé ha invertido ya 1,5 millones de euros desde 2022 en este proyecto y prevé alcanzar los 3 millones en 2027. No es un piloto, sino un compromiso a largo plazo. Como resume la claim global de la compañía: “El futuro de la alimentación depende de cómo cultivemos hoy”.
Las papillas regenerativas de Nestlé son, así, mucho más que un producto: son la expresión tangible de un nuevo modelo agrícola que conecta agricultores, industria y consumidores. Un modelo que comienza en Castilla y León y Navarra, pero que forma parte de una transformación global destinada a garantizar que cuidar del suelo es, en última instancia, cuidar de las personas.